La creación artística contemporánea sufre de poca comprensión, la época de convivencia con la tecnología, con la explosión del arte en objetos utilitarios y las técnicas modernistas no parece atraer a los grandes coleccionistas.
Los artistas plásticos que se acogen a la creación de arte formal, son los preferidos de las galerías de arte, la relación con el arte que se podría llamar tradicional, un itinerario de técnicas pictóricas en diálogo con colores, iluminación, formas e ideas; algunos artistas tiene cabida dentro de estos parámetros, y vivir su propia época bajo parámetros de originalidad, nuevas propuestas e impacto en los espectadores.
El universo artístico no se detiene en consideraciones de época y el arte contemporáneo no espera a ser comprendido en su propia época, en algunos casos.
No es extraño al arte que su valoración se de fuera de su tiempo, el reconocimiento y grado de aceptación es una relación entre mercado y representación, usualmente ajena a los propósitos del arte, aunque el referente más directo de los artistas son las galerías y los actores que permiten el acceso a las exposiciones.
El sistema comercial se mueve entre reconocimiento basados en críticos, a lo que se suma la posibilidad de exhibir en medios virtuales. La situación de exposición y compra en Internet, produce otros desafíos, el mismo que vienen realizando las galerías, con la diferencia que mientras en el mundo real el posible cliente de obras de arte, se acercan al espacio de exposición, en la Internet, deben acercarse a espacios virtuales desconocidos, por lo que la opción, queda en manos de aspectos tecnológicos, como el posicionamiento en buscadores, lo que implica actividades de diferente naturaleza a la del marchand tradicional.
Las nuevas formas de visibilizar el arte, parece influir incluso en el sistema de comercialización; por lo que algunos analistas opinan que el medio afecta el resultado, el hecho de que la obra se difunde por internet hace que se pueda apreciar sin necesidad de comprarla, o sin necesidad incluso, de visitar galería; hay una gran tendencia, incluso, de visitar museos en forma virtual, sobre todo porque se aprecia la obra con una cercanía que no se consigue en presencia e incluso desde puntos de vista diferentes al presencial; aunque para el que aprecia el arte, mirar detrás de una pantalla nunca es lo mismo que la obra en presencia.
Es una experiencia que hasta el público no especializado puede constatar, la visita a los museos mismos es ya una experiencia sensorial diferente a estar detrás de un teclado y pantalla.
El reconocimiento de la obra, se realiza en detalles que se aprecian con la obra en presencia y el que quiere tener una idea más ajustada de lo artístico, no puede suplantarse con una visita por sitios webs.
Las galerías de arte son uno de los pocos rubros que la Internet no puede suplantar, en la misma medida los museos y exposiciones; el impacto de la obra es directa y única con su espectador.
Sin embargo algunos analistas señalan que las galerías no son espacios infinitos y que, necesariamente, las obras caen en una elección ajena a los propósitos del artista, más en un sentido comercial, que no siempre coincide con los criterios de los propios artistas.
Es por ello que la combinación de exposición de la obra en sus espacios privados por la Internet, no deja de ser una alternativa válida.
El desafío del arte contemporáneo será abrirse camino por sobre las estrategias comerciales y llegar a espectadores, quienes a su vez, se entrenan a diario en el uso de tecnología para adquirir criterios artísticos que les permita apreciar la obra e incluso comprarla.