Anoche rodeada de libros y de dudas, asedió mi cintura, un aliento se encaminó hasta el oído donde un secreto olvidado reveló su sentido; señales sobre la piel que desordenó las horas por venir, palabras que no esperaba, el vaho de la boca con sigilo complaciente escribió en el cuerpo un texto sin gramática, a puro estremecimiento, hasta la madrugada.