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AnaAbregu 7/12/2016 3:34:31 PM
AnaAbregu
El narrador en búsqueda del autor
Literatura latinoamericana, crítica literaria
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Metaliteratura revista literaria
 

Hemos escuchado muchas veces que lo más importante de una novela es el narrador, no es tan exacto, en realidad, el narrador es el primer elemento que se percibe en la historia que se está por leer, pero, los elementos comienzan antes, en el título, en el prólogo, en las dedicatorias, en el tamaño de la letra en la tapa, la percepción de esos elementos hacen parte del horizonte de expectativa que plantea un texto.

Es común encontrar que todos esos elementos no coinciden con lo que luego se encontrará en el texto, y parte de la estrategia de esos elementos es externa al texto, depende de aspectos como la estética, la época, las ideas circulantes, el propio elemento libro, comparado con los electrónicos.

En otras palabras, el narrador es un elemento propio de la historia, es el hilo conductor hacia las intimidades del texto, ajenas a las atracciones planteadas por los elementos anteriores a él, en ese camino, encontrar el conductor de la historia es el siguiente elemento de presentación, sin importar que lo que se cuente es extraordinario, sin el narrador correcto, el texto probablemente naufragará.

La primera diferencia es no confundir el autor con narrador, el narrador es un invento, no representa al autor y si lo hiciera, no tiene más importancia que al servicio de la historia que se quiere contar, de manera que la discusión de si es la “verdad” de hechos o se ajusta a ella, es inconducente y no tiene relevancia en la creación del narrador.

La elección sobre los tipos de narradores disponibles es anterior a la escritura, hay que tener en cuenta que se pueda decir todo lo que se necesite decir con esta elección, y no es privativo de un solo narrador, esta elección, también es una estrategia en función de lo que se quiere contar.

Es bueno tener en cuenta los tipos de narradores y las libertades y limitaciones que cada uno de ellos presenta.

En algunos casos con nombre técnico, delimita su función, incluso es común relacionar el verbo de la narración con el tiempo de la anécdota, son circunstancias que tienen que ver con la elección en algunos aspectos del tiempo de narrar y del tiempo de los sucesos, es un análisis que completa la elección del narrador.

El narrador en primera persona o narrador interno o intradiagético, es el narrador que actúa, juzga, opina e incluso interviene en la historia con su visión de los sucesos. Es usual el diseño de monólogo interior, en donde se reproduce la forma de pensar del narrador, lo que elabora dentro de su mente, nuevamente se hace hincapié que la verdad no tiene injerencia en este diseño, sino los pareceres del narrador.

Cuando hay un orden lógico en la narración, ya sea porque respeta el tiempo de sucesos como el devenir de una trama, o sea un orden predeterminado, como el salto que se utiliza para crear tensión, estamos ante un narrador interno.

Cuando la narración es salteada, son orden o lógica es una representación del fluir de la conciencia.

Hay un poco de vacilación en esta definición en tanto el fluir construye un discurso a veces de disgregación, y es fácil caer en la encriptación o sentido oscuro, de manera que es una forma de narración que hay que ver si sostiene a lo largo de un texto, el interés necesario.

La fuerza de las reflexiones, es su fortaleza, ya que uno no se cuenta a sí mismos sucesos, uno los está viendo, uno no se dice: “Juan entra a la habitación”, sino que se construye la situación usando como formas de pensamiento los sucesos que ocurren alrededor del personaje, sus experiencias emocionales, sus obsesiones.

“Las olas” de Virginia Woolf es una novela que presenta un personaje con este tipo de narrador, donde no hay argumento, ni conversación, ni acción, es un buceo en la vida interior.

Las ventajas es el recorrido por el mundo interior del personaje, las limitaciones son lo que el personaje desconoce, su lenguaje interior, marcado por el registro o al revés, marca un registro de vocabulario, de pensamientos, de tendencias, de políticas, todo lo que hace al personaje.

Dentro de la elección de uno u otro, hay que decidir si el narrador será además, protagonista.

A todo lo anterior, se le suma el punto de vista, la focalización y circunscribirse a su mundo de percepciones, no puede saber qué piensan los otros personajes ni qué pasa cuando él no está presente, salvo que otro se lo cuente.

Parte de la construcción de este narrador es la personalidad, si va a tomar decisiones en base a un conocimiento predeterminado de situaciones o de personas, deben quedar explícitas las razones, el narrador protagonista debe justificar sus conocimientos sobre todo lo que comunica.

Como ejemplo, el cuento Jim de Roberto Bolaño.

El narrador testigo, pertenece a la historia, pero no interviene en los sucesos, los presencia, ve lo que ocurre, tiene opiniones al respecto, pero no es activo en lo que ocurre, se limita a narrar como testigo, hay que tener en cuenta que por alguna razón es testigo, algo en la trama requiere que exista este testigo, o sea es un personaje que de alguna manera se necesita como narrador para poder contar la historia.

Escucha, ve, le cuentan, pregunta, su forma más usual es la del cronista, la razón para usarlo es que puede interpretar, sus reflexiones no son una afirmación de lo que piensan o harán los otros personajes, sino su visión de ellos, un criterio de uso, es que la historia no se desenvuelve a voluntad de este narrador, sino de lo que les pasa a los personajes y le revelan, no conoce la verdad de los otros personajes, ni sus motivaciones reales, sino que tiene la visión parcial del testigo.

Si se necesita que algo no sea revelado al lector hasta determinados puntos importantes de la historia un narrador testigo hace posible una trama de suspenso, sin que está obligado a engañar al lector con conocimientos que no tiene por qué saber.

Tiene variaciones en su diseño, como se presencial, narra lo que ya ocurrió, y sólo lo que presenció, en esta construcción independiente del tiempo verbal del habla el suceso ya ocurrió.

El impersonal, en tiempo presente, como si fuera una filmación, va narrando lo que ocurre.

El informante, transcribe hechos, como en una crónica, “El informe de Brodie”, de jorge Luis Borges, es un ejemplo.

El narrador testigo, no es protagonista.

Los narradores de segunda persona o autodiagético, es del tipo usado en diarios, cartas, donde la particularidad es digresión, el no ajustarse a los hechos, y es muy importante el trabajo de la temporalidad. Es común caer en contar justo lo que tendrá una resolución de importancia en el futuro, no hay que caer en esos errores, pues revelan la impostura.

Este narrador no tiene necesariamente que caer en la funcionalidad textual, cuando las cosas van pasando, como en un diario, lo importante está oculto, es un rastro que el lector debe encontrar, es una forma en la que hay que cuidar muy bien la verosimilitud, el mundo interno creado, la forma de diario o relato que tiene que ver con el tiempo de transcurso del personajes es una forma muy compleja de un relato, por lo que hay que tener cuidado de no caer en los otros tipos de narradores.

El que escribe un diario narra un devenir temporal y una simultaneidad de temas donde el elemento importante para la historia, probablemente queda sumergido en una vorágine de otros relatos que no vienen a cuento, pero es necesariamente la característica principal del género diario o cartas.

El narrador en tercera persona o extradiegético, tiene variaciones según si se centra en un personaje, aquiescente, sabe lo que piensa, lo que hace, lo que hará, es como un narrador en primera, que permite además relatar el entorno que en la narración en primera quedaría impostado.

Si es deficiente, narra hechos, no pensamientos ni opina, ni propone, ni juzga, propone una puesta en escena que genera suspenso, intriga, no adelanta, no supone, se supone que es un narrador objetivo que no discrimina en lo que ve lo que será importante o no para el desenlace, avanza implacable, el lector tendrá la tarea de encontrar el elemento que destaca y es relevante.

El narrador omnisciente, lo sabe todo. El principal problema de su uso es lo poco natural y la impostura, un narrador que lo sabe todo, ya sabe cómo terminará la historia, lo que pasará, por lo tanto la elisión de datos, la creación de la intriga o el suspenso tiene un solo camino: transcurrir en el relato en el tiempo paralelo al del lector, en otras palabras, lo que se relata es el mismo tiempo en que el lector se entera de un hecho, el narrador acompaña los saberes del lector, sino la impostura cae en lo anti natural o en el engaño.

Es un narrador que poco a poco cae en desuso precisamente por esta relación entre los tiempos de narración y conocimiento en que envuelve el hecho que se cuenta, no es fácil sostenerlo sin caer en la impostura obvia.

El narrador que sabe más que los personajes, son difíciles de sostener, sin que se note que opina o juzga, usualmente es difícil de manejar en cuanto a opciones de intriga o elisión. El narrador omnisciente cae en el riesgo de decir más que hacer, de formar parte del relato con intromisiones más importantes que las de los personajes, lo que hace que este tipo de narrador vaya quedando a una forma de escritura cuando se replica la literatura de siglos anteriores, cuando su uso era la norma.

Luego, el narrador llamado editorial, el que impone su punto de vista, usualmente instala un registro propio, donde se permite la ironía, la burla, el sarcasmo, es como el omnisciente pero interviene en aspectos de secuencia o de elecciones y es usual que revela esas elecciones, las haga obvias, es común caer en el ensayo, porque la construcción textual de este narrador es un poco parecida a la del autor, su visión o su humor, lo que es bastante común en el siglo actual.

Enrique Vila Matas es una autor que cae en este tipo de narrador, por lo que sus textos son difíciles de encasillar.

Por último, no hay por qué ajustarse a los moldes, es posible transgredirlos a todos, y que la propuesta de lectura sea precisamente esa, la transgresión, una novela de este estilo es “Muchacha predestinada”  de Osvaldo Gallone, en la que la maestría consiste en dejar bien claro que el autor transgredirá todos los convenios literarios y utiliza ese modo para contarnos la historia.

Un comentario sobre esa peculiar novela podrá leerse aquí: Una Muchacha predestinada. (http://www.webnoticias.com.ar/notas.asp?con_codigo=132&aut_codigo=2&men_codigo=26&titulo=literatura )

El mejor consejo es que es muy difícil separar la voz interior, la del autor y elegir el narrador, no está de más consultar siempre con otra lectura, alguien en quien confiemos para detectar que el texto quede consistente con su narrador adecuado.

 

Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Ana Abregú.

www.metaliteratura.com.ar

 

 

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