La rebelión, el desatarse, volverse contra el sistema comienza en el arte, el arte del grafiti, por ejemplo, hay un mensaje por o para algo.

El camino inverso, es decir, sacar de la revolución arte, es lo que el artista L.S. Lowry hizo al percibir que el valor de la revolución industrial generaría una bisagra histórica, emprendiendo una obra pictórica que sería testigo de la época.

Lowry, pintor inglés, dejaría una obra sobre lo que convirtió en tema de su obra, el cambio del mundo, el comienzo del mundo industrial que vendría.

La ciudad, la gente, la forma de vestir y la febril actividad de transeúntes que bullen en una ciudad, ahora convertida para siempre, debido al crecimiento de la industria, entre los años 1887 y 1976, la producción del artista da cuenta de la historia de Londres entre esos años.

Mientras la pintura abstracta se concentra en valores particulares de los elementos como motivo, en otros casos, la pintura figurativa da cuenta de la evolución del hombre.

El arte abstracto, con prescindir de la figuración no deja de tener su forma de revelarse, por una parte de la idea de testimonio, sobre todo con un canon que intenta evadir, el utilitarismo histórico, por el otro, romper con la singularidad de lo real; romper con la realidad como una forma nueva de expresión.

El uso de distorsiones, el empleo de materiales que produjeran los efectos de las 3 dimensiones incluso el uso de las matemáticas o ciencias duras para conmover la percepción del mundo figurativo, fue la reacción de la pintura en contraposición a los artistas de la revolución industrial, tan afinada en dar cuenta del paso histórico hacia la modernidad.

El movimiento comenzó de a poco, y una de las obras emblemáticas es El grito, de Edvard Munch, cuya exageración en las formas y construcción del horror han tenido un efecto único e imperecedero que la ha convertido en una de las obras emblemáticas no sólo en el objetivo, sino en la deformación e impactante colores intensos que es casi la puerta de acceso al arte abstracto de reacción hacia el realismo que proponía la pintura anterior al siglo XX.

Los artistas plásticos se lanzaron al crudo lenguaje del color, colores vivos, y las formas, cuando el cubismo, de la mano de Pablo Picasso, cuando el tema representado por este movimiento artístico fuera las puertas de entrada hacia la abstracción, reduciría los elementos de la pintura a las formas del cubo, esfera y cono, figuras en 3 dimensiones que serían llevadas al plano de la tela, reconociéndose en esta propuesta algo cercano a la vida misma, sobre todo con el famoso Guernica, que ya nunca sería inocente, sino un emblema de la crueldad de la guerra.

El arte figurativo, por su parte, nunca ha dejado de expandir sus límites, entrando en la modernidad de formas novedosas e incluso de jugar en los límites de la realidad, uno de sus artistas emblemáticos, Escher,  con sus juegos visuales, torceduras, espacios y objetos imposibles, se volvió reactivo a la clasificación, el uso de la precisión matemática invadiendo el mundo de la física lo convirtió en un artista único.

El impacto de una larga lista de artistas, con propuestas que implican la reunión de conceptos artísticos que invaden la ciencia o invadidos por las ciencias, sobre todo las ciencias duras, la maquinaria, la revolución de la tecnología, reúne a artistas que impactados por la época, dan cuenta de ella, Silvia Albuixech, artista plástica argentina, ataca el tiempo, e impone su perspectiva, con el uso intenso de colores, las deformaciones e incluye fractales, como un todo.

Su obra, actual e intempestiva, recorre las galerías del mundo. Silvia Albuixech, muralista, artista plástica, docente; es tucumana y sus obras pueden encontrarse en galería y en su sitio personal.