Un bicho indiscernible, da de cabezas contra el vidrio del otro lado de la ventana, insiste en esa acción contraria a todo instinto de supervivencia.
Él entra y me ve absorta en la inutilidad de tratar de conectar la tozudez del bicho con la comprensión del episodio.
Lo envié yo, dice, es un mensaje, una declaración de mi parte en clave Morse.
Ana Lexton
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