Literatura latinoamericana, relatos, crítica literaria, comentarios, notas
No hay manera de escribir en una misma frase laberinto y literatura sin que automáticamente remita a Jorge Luis Borges, es como si este escritor nos hubiera hecho notar que el laberinto es literario, o por lo menos interesante, sin embargo, de hablarse de literatura laberínticas, en mi caso al menos, en quien pienso es en Salvador Elizondo, con esa obra maestra Farabeuf.
El mundo se sorprendió con Ulises, además de los valores en profusión de recursos literarios, escuela en ello, pues ocurre en un día, el tiempo como protagonista. Lo que produjo un extraño fenómeno de fanatismo que resultó en declararlo el BloomDay, 16 de junio, donde transcurre toda la novela.
En Farabeuf, es el relato de un momento al que también se sustantiva como “crónica de un instante”.
Farabeuf, una de las infaltables en literatura latinoamericana, es también una novela inquietante que incomoda, diseñada con una estructura laberíntica que no facilita la identificación con el lector.
No hay un narrador específico, sino más bien voces, réplicas, una suerte de espiral en el que los personajes van girando en torno a un hecho, un instante, del que no hay ninguna certeza, los elementos que establecen una realidad, hechos, objetos, personajes, se desvanecen en las diferentes referencias al instante, en las duplicaciones, en el escenario que, al mejor estilo policial, cambia según quién lo describe; también hay un intento de despersonalización con el uso de los artículos para denominar, él, ella, tú, yo, Farabeuf, La enfermera; esta novela es un laberinto de espejos, como si se colocaran enfrentados y se replicaran al infinito, nunca parece nítida la realidad, el relato se construye con la intensidad de escenificar el instante como si no hubiera otro, ni antes, ni después, y lo que fuera que haya ocurrido, podría no haber sido, esta novela lo que pone en cuestión, es el instante mismo, un espacio temporal en el que los sucesos pueden acomodarse según un relato, un recuerdo, una tensión entre palabra y tiempo.
Otra novela importante con una visión compleja de voces, recuerdos, versiones, tan inquietante como Farabeuf, es Morirás lejos, de José Emilio Pacheco; comparten rasgos importantes, la revelación y naturalización de los modos de escritura como producción de sentido.
En ambas novelas, los recursos estilísticos forman parte de la confrontación entre escenarios literarios en literatura, escenarios de la realidad, y focalización de narradores. La inquietud y angustia que generan en el lector, se debe a la imposibilidad de establecer un narrador preciso; recuerdos, voces; un pensamiento de alteridad provocan inquietud en el relato, se sobrepone incluso al escenario contado, quizás el hecho, y lo pone en duda.
Ambos, escritores mexicanos, representan una literatura de desborde, a la vanguardia de escrituras de su época, y difíciles de catalogar en la actualidad.
En ambas novelas, las estrategias discursivas modifican al narrador, se conjugan voces de recuerdos, se mueven alrededor de un hecho al que se llega en forma de laberíntica que producen sensación de vértigo.
Dos grandes, escritores latinoamericanos que han dejado una huella indeleble en la constelación literaria, en ambas hay una escritura laberíntica que logra el propósito de neutralizar la característica más arraigada de la realidad: el tiempo.
El asedio del lenguaje, con organización del discurso en dirección concéntrica, la literatura latinoamericana se ve representada en su mejor momento con ambas propuestas.
Serán textos con los que dialogarán las novelas que vendrían después, dentro de propuestas textuales de discursos que desactivan el tiempo.