Leí en un poema de Góngora:
"Pisado he vuestros muros calle a calle,
donde el engaño con la corte mora,
y cortesano sucio os hallo ahora,
siendo villano, un tiempo, de buen talle".
En esta descripción, el cordobés juega con el doble significado de la palabra "mora": habitar; la literal y musulmán, la oculta. De esta manera, amparado en la polisemia del término mencionado se enfatiza la idea de engaño a la vista, a la manera de Poe en "La carta robada", donde la mejor manera de ocultar algo es hacerlo evidente.
Otro ejemplo de Benjamín Franklin donde juega con dos sentidos de una palabra: "Your argument is sound, nothing but sound" (Tu argumento es sólido, nada más que ruido). Esta reflexión coincide con un proverbio Creole de Trinidad que la sintetiza de una manera contundente como un redoble: "Tambou tini grand train pace endidans li vide". (El tambor hace gran alboroto porque está vacío por dentro). Y, también con aquella reflexión de Macbeth:
"Life's but a walking shadow, a poor playe
That struts and frets his hour upon the stage
And then is heard no more: it is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing".
(La vida no es nada más que una sombra que pasa, un pobre actor / Que se pavonea y agita su hora sobre el escenario / Y luego no se le oye más: es una historia / Narrada por un idiota, llena de sonido y de furia, / Que no significa nada.)
La digresión anterior no fue azarosa sino que tiene que ver con el sentido de la dilogía, también llamada antanaclasis. El término deriva del griego dilogia (repetición) y es una derivación de di-logos –dudoso-, que consiste en usar, dentro del mismo enunciado, una palabra con dos significados distintos. Este tipo de vocablos pueden ser términos polisémico: dejé el sobre con tu carta sobre la cama; u homónimos: la aya –niñera- se refugió bajo la haya (árbol).
Quizás por su sentido etimológico, sea por repetición o por su carácter de dudoso, la figura retórica dilogía se presta tanto para la crítica como para la burla, y fue una figura muy cara a poetas del Siglo de Oro, cuyas obras satíricas están surcadas por esta figura retórica.
De mi antología personal rescato algunos ejemplos, la 'Letrilla satírica XVII, Dineros son calidad' de Góngora:
"Cruzados hacen cruzados,
escudos pintan escudos,
y tahúres muy desnudos,
con dados ganan Condados;
ducados dejan Ducados,
y coronas Majestad.
El juego de palabras es permanente: los escudos -monedas- permiten darle importancia -pintar- a los escudos de armas; 'con dados' -homofonía- se pueden adquirir propiedades o títulos de nobleza, el mismo ejemplo se repite en el verso siguiente. Para concluir coronas -monedas- Majestad, metonimia, donde la corona hace las veces del rey, pero también polisemia con el otro sentido de 'majestad': grandeza, superioridad, autoridad.
Siempre hablando del poder del dinero nos dirá Quevedo en su letrilla satírica 661, 'Poderoso caballero es don Dinero':
"Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos".
Acá la dilogía se da con los dos sentidos de la palabra 'gato', bolsa utilizada para guardar dinero, también ladrón.
La palabra 'gato' ha sido remozada en el léxico político contemporáneo a la hora de los grafitos contestatarios. Mi intención no es embanderarme ni con éstos ni con los otros, sólo con las palabras. Honni soit qui mal y pense; para éstos y para los otros; en vez de la Orden de la Jarretera, este satírico ejemplo de dilogía de El Buscón de Quevedo cuando habla de su padre: "Salió de la cárcel con tanta honra, que le acompañaron doscientos cardenales, sino que a ninguno llamaban 'señoría' ".
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