A nadie le extraña la situación de la Biblioteca Nacional, es más o menos la misma a que nos somete el gobierno actual, despidos, desprotección, retiro de presupuestos, la cultura no está en la agenda macrista, nunca lo estuvo.
Pero que métodos típicos de empresarios se vean aplicados por un intelectual, conocido escritor, quién presta su prestigio para maniobras de injusticia, no sólo social, sino cultural, económica, es una sorpresa.
Es común en las empresas nombrar la mano ejecutora cuando se quiere despedir a gente.
Cuando me comentaron que Alberto Manguel sería el sucesor de Horacio González en la dirección de la Biblioteca, lo hicieron con cierta tranquilidad, como si hubieran elegido un par del anterior director que tan buena gestión dejó, y con un agregado: cierto orgullo en la idea de que no había aceptado asumir si es que tenía que despedir empleados.
Pocos supusimos una trampa, para los que conocemos las técnicas que se gastan los empresarios, la maniobra quedó clara, dejarían que alguien se hiciera cargo, luego, Alberto Manguel surgiría como si nada hubiera pasado.
Dejar que otro realice el trabajo sucio es el principal método de la administración de empresas, pero no se espera que uno de los “nuestros” acepte esa situación.
Con esa acción, Alberto Manguel asumiría el próximo mes de julio, creyendo quedar a salvo de la situación, cuando a todas luces ya asumió su cargo, e incluso formó parte de la inauguración de la Feria del Libro, edición 42, como parte ya de una función que sirve a los mismos propósitos, legitimar con su presencia situaciones que lo colocan a la cabeza de la entidad, pero sin ensuciarse las manos, en una clara impostura sobre su responsabilidad de la situación.
Alberto Manguel cree que con el rol que lo cataloga como el director de la Biblioteca Nacional en forma diferida lo exonera de su responsabilidad sobre los hechos que están ocurriendo en la entidad, lejos de ello, además es cómplice al prestarse a operetas a todas luces con la intención de fingir que no es garante de continuar con políticas de persecución, reducción, precarización de la Biblioteca Nacional y sus recursos humanos y económicos.
En el video, escuchamos la voz del Doctor en Letras Roberto Ferro, prestigioso crítico literario con motivo de la presentación de su libro en la sala Scalabrini Ortiz de la Biblioteca Nacional, en referencia a esta “agachada” de Alberto Manguel.
Mientras los trabajadores despedidos comienzan el penoso camino de la desocupación y el desguace de la biblioteca con reducción de presupuesto, Alberto Manguel se pasea por la Feria del Libro, invitado ahora en situación de oportunismo.
Para el que presta atención, verán que muchos stands se poblaron de repente de la obra de este escritor; qué casualidad, de repente a la venta.
Alberto Manguel, no sólo está a la venta en los stand, parece que lo está completo, incluido él mismo.
TRANSCRIPCION de las palabras de Roberto Ferro en Biblioteca Nacional. Presentación de Los borradores de Macedonio. 2 de mayo de 2016
Hace más o menos 50 años que transito los espacios de la Biblioteca Nacional. En la década del 60, en la sede de la calle México iba como un curioso atrevido, como un lector salvaje, luego como alumno de la carrera de letras, luego como profesor, como crítico, como escritor, como investigador, y en los últimos tiempos como consultor y tutor de tesis de doctorado y maestría mucha veces con tesistas que vienen del extranjero. Yo puedo hablar con precisión de cómo cambió esta Biblioteca Nacional porque yo he trabajado en sta biblioteca, hemos hecho Jornadas en esta biblioteca.
Entonces me parece que esa experiencia directa como lector e indirecta como director de tesis me permite afirmar que es una falsedad de toda índole hacer el señalamiento del crecimiento de los empleados de la Biblioteca Nacional como si ese dato no se correspondiera con el crecimiento de las prestaciones de esta biblioteca.
Yo he consultado para el volumen de Macedonio y para esta novela el tesoro de esta biblioteca, y en el tesoro de esta biblioteca están parte de los papeles de Macedonio.
A pesar de que voy a nombrar a funcionarios, el asunto no está centrado estrictamente en la denuncia, sino en la caracterización de un problema. Yo prefiero pensarlo así. En definitiva me estoy refiriendo al conflicto que surge de la hegemonía simbólica. En ese sentido, las formas son un compendio de las relaciones sociales especificas. Por lo tanto, el análisis formal es una manera de especulación sobre el poder. Reflexionando cómo varían las formas se descubre cómo varía el poder simbólico. En una reflexión amplia y no restrictiva de "ética", puedo decir que la ética no reside en lo que el sujeto dice, sino en lo que el sujeto hace.
Alejandro Pablo Avelluto fue nombrado Ministro de Cultura. Para eso tiene un conjunto de antecedentes curriculares. Ha sido alguien que en el campo de la cultura se dedicó a la logística. Es decir, que ha trabajado en el campo de la distribución y la comercialización de libros. Creo que ese es un valor. No lo estoy minimizando, es un valor, por eso se lo elige, porque eso está señalando cuál es la dirección cuál es el eje, cuál es el meridiano que tiene este gobierno en relación con la cultura. Estoy hablando de alguien vinculado a la edición. No me estoy confundiendo; porque en el campo de la edición en la Argentina hay una tradición enorme. Avelluto no es Daniel Divinsky, Avelluto no es Alberto Diaz. Supongo que ni Divinsky ni Diaz hubieran asumido como Ministros de Cultura de este gobierno.
¿A dónde quiero ir? ¿Por qué estoy hablando de la ética? Porque de todas maneras, lo de Avelluto está claro: esa es su posición, eso busca, esa es su política, con esa podemos entrar en conflicto. ¿Pero, y el nombrado en suspenso, nuevo director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel? Es distinto, ¿no? Porque Manguel va a asumir el 1° de julio. Va a asumir en una biblioteca que cuando uno entra no puede evitar ver los carteles en los que se denuncia el despido de doscientos cuarenta empleados. Entonces, ¿cuándo va a entrar a la Biblioteca? ¿Cuándo ya se haya hecho la limpieza? No, Manguel, zapatitos blancos de cenicienta, no. Manguel te vas a manchar fingiendo pulcritud.
Se me ocurre citar a Stendhal, y como suelo decirles a los amigos que vienen al estudio, Stendhal, no Ari Paluch, Stendhal dice: "No te engañes, para tí no hay término medio".
Entonces, quería hacer esa referencia porque me parecía injusto que siendo parte de mi formación en esta biblioteca, que ahora, en el momento en que presento esta novela que es tan importante para mí, en el momento en que estoy acompañado de Carlos Dámaso Martinez y de Noé Jitrik, que tienen un modo de pensar la literatura como la que tengo yo; no podría decir "somos macedonianos" y callarme la boca. Además tenemos una mirada sobre la literatura que no valora la rentabilidad. Imaginemos, ese es un valor, esa es una medida que tiene Avelluto, que se lo podemos respetar, pero tenemos que saber que cuando se valora la rentabilidad de un producto, uno termina publicando a Andahazi o Aguinis y no a Macedonio Fernández o a Juan L. Ortiz.
Quiero aclarar una cosa, estoy dirigiendo mis palabras hacia Alberto Manguel, no hacia Avelluto. Lo de Avelluto está claro, además Avelluto es el que lo ha elegido a Manguel.
Fue presentado Alberto Manguel como “nuestro eco" por un escritor de best sellers en la Feria del Libro. Entonces yo me preocupé: nuestro eco nuestro eco. ¿Cómo hago para entender esto? porque a veces uno tiene ciertas zonas donde es corto de entendimiento. Entonces recordé una conversación que tuve con un señor que me vino a arreglar un problema que tengo de cañerías en mi casa y este señor, Gutierrez, me dice "nuestro trabajo", a partir de esto me doy cuenta que “nuestro” puede ser nuestro de otros y no mío, porque yo creo que no podría ser eco de Manguel, qué sería yo si fuera eco de Manguel.
Alguien, muy iluminado me dijo, no Roberto, estás oyendo mal, está diciendo que es nuestro Umberto Eco,
Entonces yo dije, estamos en problemas, sobre ese asunto el sabio italiano podría preocuparse porque si hay un vínculo entre las cosas que escribió y las cosas que hizo Umberto Eco y... digamos, es la ética. Yo creo que hay una diferencia.
Saliendo de esto, y vuelvo a hablar de la nostalgia por esta Biblioteca Nacional, en el último tiempo se publicaron ediciones facsimilares de los libros de una revista muy importante para los estudiosos de la literatura argentina de finales de los 60 principios de los 70, Los libros. Eso, ¿qué rentabilidad tiene? Tiene una enorme rentabilidad simbólica. todas las rentabilidades en cultura no se miden por un balance.
Comencé diciendo que me había sentido arropado, esa era la verdad. Uno llega ladeado, no es fácil, uno pone cara de Philip Marlowe pero ladea. Y esa cercanía con ustedes y la cercanía acá con los amigos, me ha gratificado.
Digo siempre y lo he dicho muchas veces, que yo formo parte de un gran conjunto que podríamos denominar "optimistas". Dentro de ese conjunto de optimistas hay tres subconjuntos: el de los jugadores, nadie juega pensando que va a perder; el de los ladrones, nadie piensa que roba y que lo van a agarrar; y el de los escritores, que publican libros pensando que van a encontrar lectores.
Pero ese es el juego, los lectores van a aparecer, no inmediatamente. Les agradezco mucho. Hay muchos amigos, gente que quiero mucho y que tiene mucho que ver con esto. Como dice alguien en una carta, tengo mucha cosas que decir, pero no vale la pena borronear el papel.
