La semana pasada, -a propósito de que los piratas somalíes han desenterrado, ya que no el hacha de guerra: Ak47, pistolas Makarov, lanzagranadas RPG-7; y, embarcados en sus veloces lanchas, vuelven al asalto de barcos en el Cuerno de África- escribí Pobre Sandokán, otra de piratas. La pesquisa y lectura de las noticias derivó a otros piratas, más feroces y patéticos, pero no tan espectaculares aunque, quizás, de trayectorias más trascendentes: los piratas nigerianos, más signadas por la miseria de sus logros que sus colegas del Océano Indico, sintetizan la historia de su patria.
Alrededor de los '60 del siglo pasado, cuando su independencia, Nigeria era uno de los mayores exportadores mundiales de cacao y su capital, Lagos, tenía unos 250.000 habitantes; en la actualidad –2017, no hay datos oficiales, ni creíbles-, de entre 12 y 18 millones. Nigeria es el séptimo país más poblado del mundo con una cantidad total de habitantes que prácticamente decuplica la de su capital. Para más inri, es el octavo productor mundial de petróleo e importa un 70 por ciento de sus bienes de consumo. Su industria está atada a su principal fuente de riquezas: refinerías y petroquímicas altamente contaminantes, pero las empresas extranjeras, dada la venalidad de los políticos, no se cuida mucho en este aspecto; esta película ya la hemos visto en nuestro país, se llama Barrick Gold. Hice esta mención porque, curioso, su industria cinematográfica, Nollywood, es la segunda en importancia mundial.
La renta per cápita de Nigeria quintuplica a la de Somalía, 3000 dólares. Pero la gran mayoría de sus habitantes vive con menos de un dólar diario. En estas condiciones, aún muchos de sus piratas las pasan canutas y recuerdan a las penurias de Cruz y Martín Fierro cuando se fueron a vivir con los indios: "El alimento no abunda, / por más empeño que se haga / lo pasa uno como plaga; / ejercitando la industria / y siempre, como la nutria / viviendo a orillas del agua".
Pese a todo, Nigeria tiene un ejército, una marina y una fuerza aérea pero dos talones de Aquiles. El primero es que, para atracar en el puerto de Lagos -el de mayor tráfico en África occidental-, suelen haber colas de hasta mil barcos, que a veces aguardan un par de semanas hasta poder atracar en los muelles, esta demora los hace vulnerables a los piratas que, en "buques nodriza", salen a buscar víctimas a veces 170 millas mar adentro. Pero, ¡ay de estos piratas, pobres de toda pobreza!, solo se limitan a sus abordajes, tan inesperados como agresivos, y llevarse, el dinero de los tripulantes y de la caja fuerte, relojes, joyas, teléfonos celulares, máquinas fotográficas y cautivos para pedir rescate. Ante la carencia de un amparo seguro, no tienen la posibilidad de secuestrar barcos para quedarse con el cargamento. Así y todo, en los tres últimos años los secuestros se contaron por alrededor del medio millar. Por lo demás estos robos de cacos, maguer muy violentos, me recuerdan, a propósito del gaucho Martín Fierro, un artículo que leí acerca de cierta indiada, que supo asolar la zona de Martínez, a 18 kilómetros de Buenos Aires, allá por febrero de 1895: la tribu del cacique Pungui-Curá y sus malones. En realidad, incursiones nocturnas más dañinas que devastadoras.
El segundo talón de Aquiles de Nigeria -pero la cuna de un problema que sólo promete agravarse- es el delta del Níger, allí desde los años de la independencia, la población se ha incrementado hasta constituir alrededor del 25 por ciento de la del país: unos 35 millones de habitantes y una zona donde la industria petrolera medra. En delta del Niger, aguas adentro, se halla el segundo puerto en importancia del país: Port Harcourt, en el corazón -ya que no de las tinieblas- de la zona petrolera. Allí bulle el accionar de piratas de las ligas mayores y menores -pertenecientes y protegidos por más de media docena de etnias de la región- que, alegremente, se matan -por otra parte, el términos "derechos humanos", no figuran ni en su país ni en su modus vivendi-. En el delta del Níger el negocio es fácil -también tecnificado y con una estructura más compleja-, tan fácil como secuestrar un petrolero para vender su carga en el mercado negro o, más fácil todavía, perforar una cañería para robar el crudo. Sin embargo, la pobreza aumenta -las superficies destinadas al maní, algodón y caucho se han reducidos en tasas inversamente proporcionales a la del aumento de producción de petróleo- y los habitantes de la región sólo han recibido, a cambio de la explotación del "oro negro", miseria, represión y violencia.
En la región los piratas se adaptaron a los tiempos, tal cual pensaba don Corleone en El Padrino mientras buscaba otros campos de acción, inversiones y mercados. Ahora las facciones se han agrupado en dos grandes bandos o -de alguna manera lo son- "ejércitos de movimientos indigenistas": el NDPVF (Niger Delta People's Volunteer Force) y el NDV (Niger Delta Vigilante). Además ha entrado a tallar otro grupo más ambicioso, ya desde el nombre, el MEND (Movement for the Emancipation of the Niger Delta), que ha subido el listón: quieren el control de la producción petrolera del país y el pago de fuertes indemnizaciones por parte de las compañías extranjeras por los daños ambientales provocados por la polución. No por obvio se puede dejar pasar el significado que encierra la palabra Emancipation; tampoco los rumores de que sus fuerzas reciben entrenamiento y asesoría de mercenarios extranjeros -además de equipo y armamento más sofisticado-. Esto explica la eficacia de sus incursiones, cada vez más audaces, sustentada en la disciplina y alto nivel de entrenamiento de sus tropas.
Una demostración del poder de acción del MEND fue el poco publicitado, ataque comando a la mansión de Teodoro Obiang -en la isla de Malabo- dictador de Guinea Ecuatorial. El raid exigió una travesía por el delta del Níger y, luego mar abierto, de 250 kilómetros de ida y otro tanto de retorno. El objetivo: robar el dinero acumulado en valijas con fajos de 500 euros; el motivo -aparente-: que Obiang les habría prometido un apoyo financiero a la causa que luego no cumplió.
Otras demostraciones del poder del MEND, ya no con un eficaz ataque sorpresa, han sido dos casos muy sonados de secuestros de barcos petroleros en alta mar, uno de ellos en aguas territoriales angolanas al cual le robaron la carga que fue bombeada a otro navío. Estas operaciones ya son un juego más complicado, implican el manejo de contactos internacionales, con compradores que no se fijan en el origen de la mercadería sino la conveniencia del precio; compradores capaces de alterar manifiestos de carga, cuentas fiables en bancos europeos y africanos y capacidad de triangular operaciones financieras. Vuelvo a don Corleone, cuando, a propósito del futuro de su hijo adoptivo, el irlandesito Tom Hagen, le ordena estudiar abogacía, el argumento: "The lawyer with the briefcase can steal more money than the man with the gun." Un padre que da consejos, más que padre es un amigo.
Hay un término literario que parece apropiado para esta historia que va derivando de violentos ladronzuelos de barcos a las tropas de elite del MEND; y es Quellenforschung (estudio de las fuentes), el estudio y análisis comparativo de los orígenes y derivas de un relato, en sucesivas versiones a lo largo del tiempo. Ya en el silglo II, d. C. Luciano de Samosáta llevó este recurso de "reescribir", glosar o "contaminar" textos a niveles de paroxismo - por ejemplo: narrar la historia de una tragedia en el registro de la comedia o contar una historia fantástica como una experiencia personal-. Una de estas operaciones literarias la hizo la desarrolló, en el siglo II de la era cristiana con sus Relatos Verídicos, donde él mismo es el protagonista de un viaje extraordinario. Su viaje empieza cruzando las Columnas de Hércules, descubrir islas pobladas de mujeres "plantas vivientes", remontarse en su barco en un viaje a la luna, participar de batallas entre sus habitantes y los del sol, para volver a la tierra, vivir la aventura de su embarcación engullida por una ballena en cuyo interior había islas habitadas, escapar con sus compañeros, recalar en otra isla donde vive una temporada en el Hades, sólo que no está ubicado bajo tierra sino en la Isla de los Sueños, y finalmente volver a su casa. En su estadía en esta isla se burla permanentemente de la cosmovisión y sabiduría de la época, nadie escapa de su pluma: filósofos, poetas y dramaturgos; pero los mayores escarnios van para Homero y Herodoto -con los cuales tiene un par de conversaciones, también con casi todos los héroes de la Iliada. La presencia de su obra aparecerá en Cervantes, Rostand, Johathan Swift, Goethe, Sterne y, de manera más visible, en Las aventuras del Barón de Münchhaussen.
Todo este relato de Luciano parece una glosa de la historia de los piratas nigerianos. Lo que empezó con simples actos de robar barcos a la espera de un turno para atracar, ante la imposibilidad de tener un lugar donde llevarlos para saquear su carga, ha evolucionado a golpes comando en una isla y, luego, en abordajes organizados en alta mar, con trasbordo de la mercadería a otro barco que desaparece en la burocracia de un puerto internacional. Ahora se me hace cuento esta historia del MEND, la zona que reivindica se aproxima mucho a la de la efímera república de Biafra que desapareció en 1970 luego de casi tres años de vida breve e infernal. Las causas pueden haber cambiado, pero ahora hay petróleo, contactos aceitados a nivel internacional, y las ambiciones y felonías no han cambiado mucho desde el Antiguo Testamento.
Los ayer violentos rateros hoy son "revolucionarios" -las comillas son para remarcar mi "escepticismo samosatiano"-. Los ayer versión pirática de la película -italiana no de Nollywood- La armada Brancaleone o de la chusma del cacique Pungui-Curá, hoy parecen protagonistas de una nueva entrega de Misión imposible. Todo este giro de la actividad pirática podría ser una versión de Luciano, ilustrada por Gustave Doré, pero cambiando la farsa y la comedia por una verdadera "tragedia griega" o "tragedia africana". En momentos donde reina la "posverdad" no hay razones para ser optimista y cómo describir lo que no sabemos de qué manera podrá a ser "contado" o "recontado". No son momentos de verdades documentadas sino "relatadas". Serán tiempos más de 1984 de Orwell que de Martín Fierro, por aquello de: "lo que pinta este pincel / ni el tiempo lo ha de borrar".
A propósito gauchos e indios y el cacique Pungui-Curá, dejé ese relato en el teclado. Queda su historia para la próxima.
(Continuará)
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