Las nuevas generaciones si quieren definir su rol en el mundo, uno de los factores tendrá que ver con la recuperación del planeta, del cual la conservación de energía o nuevas fuentes de la misma serán la principal preocupación.
Hay muchos proyectos de la mano de la arquitectura, sobre todo, por ser el hogar, la casa, departamento, culpables del gasto e incluso por intervenir en el medio ambiente de manera negativa.
Cuando decimos construcciones, también hablamos del momento en que se construye, donde el gasto energético es importante, y luego, durante la vida útil de la construcción.
Uno de los proyectos de recuperación energética, estudia el uso de las fachadas para la conservar energía teniendo en cuenta que también puede aportar al entorno.
Un método propuesto por bioquímicos, es la crear un sistema con ladrillos huecos que generan electricidad natural.
Ladrillos con arcilla y musgo, dos elementos comunes, fáciles de conseguir cuya construcción no contamina.
En el musgo viven bacterias –no puedo dejar de notar la comparación con la palabra baterías-, que durante el proceso de fotosíntesis libera electrones libres como parte del proceso de descomposición del residuo que produce la bacteria.
El método de convertir un organismo vivo en una batería fotovoltaica es el argumento de la película Matrix, real y posible, los estudiantes Elena Mitrofanova y Paolo Bonelli; la primera, arquitecta conocida por diseños que incluyen el cuidado de la naturaleza y el segundo bioquímico graduado en la Universidad de Milán.
El ladrillo con un piso fabricado con hidrogel, un gel que funciona como una red de cadenas flexibles que almacena líquido –publicitada para el uso de pañales-, son sustancias poliméricas, elásticos, que se hinchan con el agua pero mantienen la forma, son cristalinos en apariencia y soportan bien los cambios de temperaturas, con propiedades electrostáticas; y fibras de carbono, ésta última constituidos de finos filamentos compuestos de carbono, que unidas entre sí tienen propiedades mecánicas similares al acero, los que hace muy fuertes, ligeras, termoestables y conductoras, resistentes a impactos y al paso del tiempo.
Ambos elementos funcionan como ánodos en el piso del ladrillo, colectando los electrones libres generados por las bacterias que permitirán conducir electricidad.
Por ahora, el invento apunta a alimentar sistemas de iluminación led en las fachadas de edificio.
Pronto, con la difusión, el apoyo económico y el interés en el mundo por una vida sostenible que no agreda a la naturaleza sino que colaboren mutuamente, se espera que se llegue a producir más y mejores componentes que provean de energía sustentable.