La chica de los libros de Jesica Sabrina Canto.
148 pág. Enigma Editores. Buenos Aires, 2019. ISBN 978-987-4939-29-6
Reseña
La historia se presenta de una forma particular: con el desdoblamiento de la protagonista. Muestra ese otro yo testigo, que habita en Ayelén, y que pide a gritos salir, pero que, por alguna cuestión, que puede ser vergüenza o moral, no se anima a mostrar y se protege dentro de una apariencia sensible, sumisa e ilusa.
Se distingue sin inconveniente el antagonismo entre «el soy» y el «quiero ser». La narradora no tiene tapujos en demostrar el desagrado que siente por ella misma: «Ni siquiera teniendo que hacer un trayecto que no conocía prestaba atención, la muy idiota». Se muestra bastante enojada con el mundo, rasgo que puede llegar a generar cierta antipatía al lector: «Me alteraba de solo pensarlo, que pendeja estúpida que era».
La oportunidad de salir a la luz a esa verdadera yo se presenta cuando la adolescente soñadora es secuestrada mientras camina distraída por las calles atestadas de Once, Capital Federal.
La joven es introducida en una camioneta y llevada a una casa en el medio del campo. En donde se la retiene en una pieza poco iluminada y con un colchón ruinoso. Allí descubre que hay otras mujeres en su situación, pero a diferencia de ella, las otras mujeres gritan, pelean pidiendo auxilio. El secuestrador, de quien no se sabe el nombre (nunca se lo nombra durante todo el libro), las silencia a golpes.
Para sobrellevar esa situación, la protagonista, amante de los libros, recurre a su imaginación para adentrarse en las historias que leyó y poder despejar su mente de lo que sucede a escasos metros de ella.
Mientras la chica sumisa se evade de la realidad entre historias ficticias, la Ayelén fuerte y realista busca la manera de despertar a esa parte de sí que no le agrada para poder librarse de la situación en la que se encuentra.
Es precisamente, esa parte racional quién en un momento se da cuenta que pronto será vendida a algún prostíbulo e intenta convencerse de complacer al captor para que se encariñe con ella y así evitar ese destino. Cuando lo logra, tarea que no le resulta fácil, comienza a recibir por parte del secuestrador libros, ropas y tratos especiales como más tiempo en el baño y la confianza de no encerrarla con llave mientras se ducha o dejarla sola deambular libremente por la casa mientras él no está.
La historia es presentada en capítulos breves que tienen como titulo la fecha y el día que lleva de encierro. Cada uno comienza con una pregunta que trata de ser respondida en el transcurso del mismo. Hay un recorrido mínimo por algunos autores y libros que va leyendo.
La protagonista es quien cuenta la historia, desde la perspectiva de esa Ayelén real, testigo de cómo la ingenuidad la llevó a estar en aquella terrible situación. Utiliza un lenguaje coloquial y, por momentos, crudo: «Me quedé pensando en la puta del grado, esa mina también era patética”; y se dirige a un lector explícito: «Decí que no creo en el destino y esas estupideces (…). No te digo más porque es de mala educación contar los finales de los libros», describiéndole cómo de a poco logró dominar a su yo débil y salir a la luz ella.
La novela presenta un caso de Síndrome de Estocolmo, muestra la manipulación y el instinto de supervivencia; el principio darwinista donde sobrevive el más apto. La pregunta que ronda durante toda la lectura es: si aquel intento de sobrevivencia es solo una manipulación para lograr escapar o para adaptarse y conformarse con su nueva realidad. Respuesta que quedará a la buena interpretación del lector.
Sobre la autora:
Jesica Sabrina Canto nació en Buenos Aires en 1989. Es escritora, crítica literaria y tallerista. Estudia dos licenciaturas —una de crítica literaria y otra en artes de la escritura— en la Universidad Nacional de Arte. Escribe columnas sobre literatura para la revista digital Siete Artes. Tiene publicados seis libros que se pueden conseguir en la plataforma digital Amazon.