La obra de Ana Abregú puede ser leída como una dilatada intervención literaria sobre la inconmensurable diferencia entre la figuración narrativa del devenir temporal y la finitud existencial. En Ex criaturas aborda las formas breves, cada uno de los microrrelatos que componen el volumen exhibe la puesta en tensión entre la movilidad y la detención, el soplo de deslumbramiento que registra en una fulguración el sentido de esa tensión. El momento anterior a que la flor comience a marchitarse, el ligero plegarse de los párpados, la fugacidad que se despega del tejido de los días, son narrados por Abregú como una dilación. Cada uno de los textos que componen este notable volumen construye un registro de sensibilidad, una manera de ver y escribir la fragmentación. Pero esa inmediatez de la temporalidad no está asediada por la idea de duración, a diferencia de otras modalidades de ficcionalización, sus microrrelatos no van en búsqueda del tiempo, sino que lo encuentran allí, al asediar la instancia del ocurrir. En la escritura de Ex criaturas se extiende una zona incierta, un espacio de oscuridad, una densidad de la sombra que se derrama excesivamente por entre las palabras. El lector que se arriesgue por los sinuosos caminos de Ex criaturas se encontrará con un territorio en el que todo centro es la figura efímera de un descentramiento, en el que cada encrucijada en la reverberación de la letra surge como la plenitud de una falta, en el que cada fantasma del pasado aparece como la visibilidad de un olvido. Con Ex criatura
La obra de Ana Abregú puede ser leída como una dilatada intervención literaria sobre la inconmensurable diferencia entre la figuración narrativa del devenir temporal y la finitud existencial. En Ex criaturas aborda las formas breves, cada uno de los microrrelatos que componen el volumen exhibe la puesta en tensión entre la movilidad y la detención, el soplo de deslumbramiento que registra en una fulguración el sentido de esa tensión. El momento anterior a que la flor comience a marchitarse, el ligero plegarse de los párpados, la fugacidad que se despega del tejido de los días, son narrados por Abregú como una dilación. Cada uno de los textos que componen este notable volumen construye un registro de sensibilidad, una manera de ver y escribir la fragmentación. Pero esa inmediatez de la temporalidad no está asediada por la idea de duración, a diferencia de otras modalidades de ficcionalización, sus microrrelatos no van en búsqueda del tiempo, sino que lo encuentran allí, al asediar la instancia del ocurrir. En la escritura de Ex criaturas se extiende una zona incierta, un espacio de oscuridad, una densidad de la sombra que se derrama excesivamente por entre las palabras. El lector que se arriesgue por los sinuosos caminos de Ex criaturas se encontrará con un territorio en el que todo centro es la figura efímera de un descentramiento, en el que cada encrucijada en la reverberación de la letra surge como la plenitud de una falta, en el que cada fantasma del pasado aparece como la visibilidad de un olvido. Con Ex criaturas Ana Abregú compone un paradójico homenaje al poder de la ficción para nombrar la experiencia inasible de la inmediatez temporal.
Roberto Ferro
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