Es cierto que las bodas no son para todo el mundo. Para mucha gente, casarse por todo lo alto, organizar una ceremonia grandilocuente y un auténtico banquete lleno de personas, es una idea terrible, en especial si hablamos de personas tímidas o introvertidas. Las consecuencias psicológicas de la pandemia, que nos llevan de igual modo a tener miedo todavía de juntar a muchas personas bajo techo, no ayudan, a pesar de que los peores meses parecen haber quedado atrás. En cualquier caso, somos humanos, y las bodas significan algo importante si estamos realmente enamorados/as. Esto significa, por ejemplo, que incluso las personas más reservadas fantasean con vestirse con elegantes trajes junto a la persona amada.
Vestidos de novia y, por supuesto, trajes de novio. Hoy en día, sería absurdo creer que los primeros son siempre de encajes y de color blanco roto, y los segundos sosos y monocromáticos. Una novia puede convertir el color negro en un color nupcial si lo desea, desafiando todas aquellas tradiciones antiguas que lo asociaban injustamente solo al luto. De igual modo, un novio puede demostrar, a través del modelo que más le guste y que escoja en una sastrería a medida de calidad, que los hombres, al fin y al cabo, también pueden ser aficionados al color rosa, a los brillantes, a los estampados florales y a los tonos pastel. Es bonito que la sociedad haya experimentado este cambio y será todavía más bonito que cale de verdad en las nuevas generaciones.
Pero hablamos de bodas multitudinarias. Cualquier persona podría preguntarse lo siguiente: ¿Merece la pena invertir dinero en vestidos de novia ostentosos o en trajes para novios estéticamente impecables si apenas vamos a tener como invitados a nuestra familia cercana y nuestros mejores, y seguramente pocos, amigos? Ni siquiera hay que pensarlo demasiado. Es evidente que sí. Porque, al final, el número de invitados da igual. Lo que importa es que dos personas se profesen amor y decidan, a través de un gesto tan bello como una boda, modesta o no, comenzar una vida juntos. En conclusión, no hay nada frívolo en querer estar guapos/as para ese día.