(primera parte)
(Cuento publicado en el libro Lucía Mc Cartney, 1967).
Consigo agarrarlo a Rubão, acorralándolo contra las cuerdas. El hijo de puta está bien plantado, me agarra, apoya su rostro en el mío para impedir que le dé cabezazos en la cara; estamos abrazados, como dos enamorados, casi inmóviles – empujo, empuja. El público comienza a abuchear. Rubão me da un pisotón en el dedo del pié, aflojo, el se suelta, me da un rodillazo en el estómago, un puntapié en el tobillo, un bofetón en la cara. Oigo los gritos. El público lo está apoyando. Otro bofetón, un quilombo infernal en las tribunas. No les debo dar bola, no les debo dar bola, no les debo dar bola a esos hijos de puta chupapijas. Intento agarrarlo, pero él no me deja, quiere pelear de pié, es ágil y su cutelada[1] es una patada de mula.
Los cinco minutos más largos de la vida pasan en un ring de vale-tudo[2]. Cuando acaba el round, el primero de cinco por uno de descanso, apenas puedo llegar a mi rincón. El Príncipe me abanica con la toalla, Pedro Vaselina me masajea. Esos putos lo están apoyando, ¿o no? No les hagas caso, dice Pedro Vaselina. ¿Están o no están? -insisto -. Sí, están, dice Pedro Vaselina, no sé que ha pasado, ellos siempre apoyan al más pintón, pero hoy las cosas no están funcionando. Intento ver a las personas en la tribuna, hijos de puta, cornudos, putos, maricas, cagones, cobardes chupapijas, me dan ganas de sacarme la garcha y sacudirselas en la cara. Cuidate, cuando le caigas encima, abrile la guardia rápido, no te confiés en tu experiencia, él está en forma y entero y vos, y vos, ¿eh?, ¿estuviste culeando anoche? Cada vez que él te acomode un bife entre los cuernos no te quedes mirando a las tribunas con cara de cagón asustado, ¿qué pasa? ¿Te está mirando tu vieja? Poné atención, carajo, no le saqués el ojo de encima, no le des bola a los espectadores, ojo con él, y no te preocupés con los bofetones, no te sacan ningún pedazo y él no gana nada con eso. Cuando te dio el último sopapo y la barra del gallinero deliró, él hizo tantos bamboleos que parecía un maricón de Cinelandia[3]. Y es en una de esas donde lo tenés que embocar. Paciencia, PACIENCIA, ¿oíste? Ahorrá fuerzas que estás medio reventado -me dice Pedro Vaselina.
Suena el gong. Estamos en el medio del ring. Rubão me hace una finta de torso, los pies bien afirmados, mueve las manos, la izquierda adelante, la derecha atrás. Me quedo parado mirándole las manos. ¡Zas!, el puntapié me da en el muslo, me le voy encima, ¡paf!, un golpe en la cara casi me tira al piso, miro hacia las tribunas, y la gritería me llega como un latigazo, soy un animal, que mierda, si continuo, ¡paf!, dándole bola a estos chupapijas voy a acabar jodiéndo como un borracho perdido, ¡paf! – bloqueá, bloqueá, le oigo a Pedro Vaselina- mi cara debe estar hinchada, tengo dificultad para ver con el ojo izquierdo, levanto la izquierda -¡bloqueá!- ¡crac! un mazazo de zurda me sacude el costado del cuerno derecho -¡bloqueá!- la voz de Pedro Vaselina me llega suave como la de una mujer- levanto las manos, ¡tac! la patada me da en el culo. Rubão gira y, de espaldas, me acomoda el pie en el cuello, de las tribunas viene un rugir de olas rompiendo en la playa, con un lomo de esos vas a terminar en el cine, mujeres, frutillas con crema, automóvil, departamento, cine en tecnicolor, dinero en el banco, ¿donde se metió? Me le tiro encima con los brazos abiertos, ¡pum! el balão[4] me desparrama por el piso – Rubão salta encima mío ¡se me va subir a horcajadas! – estoy huyendo me arrastro, gusano víbora, por debajo de las cuerdas -el árbitro nos separa- me quedo tirado flotando en el abucheo, inyección de morfina. Gong.
Estoy en mi rincón. Nunca te vi tan mal, ni en técnica ni de estado físico, ¿anduviste garchando hoy?, ¿te estás empastillando? Es la primera vez que un luchador de nuestra academia escapa por debajo de las cuerdas, estás mal ¿qué te pasa? ¿Así pretendés luchar con Carlson?, ¿con Iván? Estás haciendo el ridículo. Dejalo en paz, dice el Príncipe. Pedro Vaselina: lo va a masacrar, si las cosas siguen así en este round, voy a tirar la toalla. Acerco la cara de Pedro Vaselina hasta casi tocar la mía y le digo, escupiéndole en los cuernos, si llegás a tirar la toalla, pedazo de puto, te reviento, te meto un fierro en el culo, lo juro por dios. El Príncipe me tira un balde de agua, para ganar tiempo. Gong.
(continúa)
[1] En lucha libre golpe dado con el antebrazo o bien golpe con el canto de la mano.
[2] Vale todo, forma de lucha libre tipo full-contact muy común en Brasil.
[3] Barrio del centro de Río de Janeiro famoso por sus cines, su vida nocturna y lugares de altere de homosexuales.
[4] Globo, en lucha libre se le llama al lance en el cual uno de los contendientes derriba a su adversario dejándose caer de espaldas para arrojarlo por encima suyo apoyándole un pie en el vientre o en el pecho. En Centroamérica, Caribe y México es conocido como trampolín.
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