Santas y milagros 8/27/2016
Literatura, relatos, escritora argentina
Literatura latinoamericana, Ana Abregú

Espero con esto no herir susceptibilidades que tienen que ver con la religión, son cavilaciones personales que espero a nadie moleste.

Hay una lógica de la santificación que no entiendo. La “Santa”, el entrecomillado va por su doble significado, uno es el diccionario el otro el que la Iglesia la asigna, podrán ser coincidentes, pero no equivalentes, representan diferentes niveles de persona, y ese es el punto.

La Santa de la iglesia adquiere esa cualidad por sus milagros, es decir, una persona que puede hacer lo que nadie más o los que menos, en cualquier caso, hace cosas por la gente sin depender ni de la iglesia ni de circunstancia alguna que tenga que ver con la iglesia.

Lo mismo pasa con la oración o el rezo, no son potestad de la iglesia ni de nadie relacionado con ella, simplemente es una solicitud a la santa, a la que no tiene nada que ver con la iglesia.

El tema es que  al ser notada por la iglesia por actos de milagros, de repente la que era santa independiente pasa a ser Santa de la iglesia. Viéndolo de otra forma, a la santa independiente parecía no hacerle falta ser Santa de la Iglesia y sin permiso, la nominan para ¿qué? ¿Un premio? ¿Un honor?, ahora la que hacía milagros porque se le daba la gana está obligada a llevar una cucarda no solicitada en nombre de ¿quién? De Dios, no de cualquiera, del Dios cristiano o católico, de uno que con representantes atentos y veloces impulsaron los trámites para la cucarda.

Esto de tomar una persona y sus obras y darle cucardas como premio no la mejoran, ni le da mejor destino, qué puede importarle a alguien que puede provocar milagros un rito, ahora de apropiación; el asunto es el objetivo.

Antes le pedían a la santa lo que sea, se ve que cumplía, pero ahora, en vez de ser puro mérito de la santa, es mérito de los que apoyaron la Santidad, con una ceremonia que se “merece”, convencidos los acólitos de que es un escalafón importante, otorgándole una categoría que nunca le hizo falta a la santa para sus milagros.

Hay una lógica que se me escapa en la situación, sobre todo, la superflua necesidad de los beneficiados por encontrar en el acto de beatificación alguna especie de recompensa, asumiendo que interpretan las necesidades de las santa de ser “reconocida”, como si a alguien que puede hacer los milagros que quiera, sin el apoyo de la iglesia, como era usual, la completara el reconocimiento de una institución que antes no la tenía en cuenta y la seguiría sin tener en cuenta si no fuera por los milagros, esta leve pero contundente diferencia parece implicar que la santa necesitaba el método de los milagros para llegar a ser reconocida por la iglesia y ese era el objetivo, y no el producto de sus milagros, o la satisfacción por sus milagros.

Por otra parte, no desestimo el poder de difusión de la Iglesia, el acto está siendo filmado y todo el mundo puede ahora ir a pedirle cosas a la Santa certificada por la Iglesia.

Cosa que podían hacer antes, sin necesidad de deberle nada a Dios, sino sólo a la santa, y cuando digo a Dios, me refiero claro, a sus representantes, desde el Papa hacia abajo, pero con mayor problema a los curas cercanos a la ya apropiada Santa que nunca más podrá ser santa, ahora sus milagros no son porque se le da la gana, sino porque es mensajera de Dios, es su mano ejecutora.

Es una cosa de fe, probablemente es algo que no se puede explicar, aunque la fe es lo más fácil de explicar, ocurre todo el tiempo a cada momento, en cuando se detecta lo que es el deseo de algo, un viaje, salud, dinero, la fe es un mecanismos que sin duda mueve el mundo, el tema es que pudiendo diversificarla, tener fe en las personas, en el futuro, en las casualidades, la intentan concentrar en una sola deidad.

A mí, por ejemplo, me pica la palma mano derecha, alguien que no es especialmente religiosa, me ha dicho más de una vez que si no me rasco me traerá dinero, el argumento ha cambiado según quién, dicen que es si te pica la mano izquierda, y así, por supuesto la idea es no rascarse. A qué clase de teoría monetaria puede importarle si te rascás o no una mano, pero si se diera el caso que gano la lotería, por ejemplo, eso sí sería un milagro ya que jamás juego, pero si fuera el caso, a quién le asignaríamos el acto, ¿a la Santa, a Dios, a la mano izquierda, a la mano derecha?

Yo qué sé, tampoco entiendo la lógica de la suerte, porque no hay elementos comparativos con la no-suerte; en otras palabras, no sé por qué si es más lógico asumir que estamos inmersos en el mar de la casualidad, necesitamos creer que en realidad hay un plan, y que en ese plan, rascarnos la mano, obtener una gracia, es parte del mismo proyecto, la vida es tan inexplicable que inventamos que somos imprescindibles dentro de un objetivo superior.

Y ahora la Santa quedó involucrada en la misma fantasía.

A alguien como una que es se basa en la lógica, le queda fuera de horma el que Milagro siga presa y haya una santa nueva en el Santoral, son como actos que revelan alguna especie de torcedura, una santa que hace milagros, mientras los mismos hombres que la canonizan, mantienen a Milagro presa.

 

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Ana Abregú.

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