9 de mayo, 2017. Llegué temprano para dar una vuelta a las librerías que están sobre plaza Italia y comparar precios, ya tenía idea de lo que quería comprar; como prensa, en la Feria, contaba con un 20% de descuento, pero siempre se quiere más y pensaba que los libros que querría estarían en la plaza, quizás, más baratos.
Encontré el inesperado “Outsider” de Margueritte Duras, de quien tengo el tomo 2, y ahora, por fin, el primer tomo. En el mismo kiosco, miré el último de Eduardo Lalo el portorriqueño, autor de “Simone”, y “La inutilidad”, que tanto me habían gustado. El vendedor, me habló de su afinidad con ese autor y me mostró otros títulos, en eso me muestra un libro de Marcial Gala, “Sentada en su verde limón”, autor que iba precisamente a grabar en la Feria, unas horas más tarde, lo cual comenté con el vendedor, lo que produjo un intercambio de recomendaciones.
Volaron nombres, que Liliana Céliz (la poeta desaparecida hace poco), que Claudia Masin, ante lo que hizo una reverencia. Intercambiamos, por mi parte tarjeta, por la suya un libro; el vendedor, ahora revelado escritor, Diego Ravenna, “Agua”, su obra; comentando que Roberto Ferro, el director de la revista Metaliteratura, premio Konex 2014, había sido su profesor en la Universidad y así, las casualidades nos iban uniendo.
Hermosa tapa, y libro que abrí para ojear en ese momento.
Si algo irrumpiera en su movimiento, si acaso
Fuera posible detenerla, ¿sería verdad la gota
El gesto antes suyo que ya no la sostiene?
¿Qué vive en esa transformación, sino su caída incumplida?
Antes de irme le saqué una foto al autor y compré la obra de Marcial Gala, porque pareció que el libro me convocaba. Diego Ravenna me pasó un mensaje para el responsable de la editorial Corregidor “mandale un saludo de El Pela”, dijo.
Ya en la Feria, comenzó el curso Metatextos de la Literatura universal de Virgilio a Hemingway, que imparte Danilo Albero, Primera parte, interesantísimo, imperdible, menos mal que grabé el video:
Video: https://youtu.be/wuW-t7nz708
Al finalizar, coincidimos con el escritor colombiano Fredy Yezzed, y con Danilo Albero nos fuimos a un bar a tomar cervezas.
Recalamos en Mishiguene, un bar que queda frente a la Feria del Libro en la salida por Cerviño, especialmente sobre ese bar hablé con una periodista, apenas hacía un día, que me habían comentado sobre una entrevista a su dueño, que se publicaría, pronto, en un emblemático diario.
Mientras, nos hicieron catar diferentes cervezas, me quedé con la Roja que tenía un ligero gusto a coñac, y era más suave que la que consumieron mis compañeros, con mayor nivel de alcohol.
Despuntamos el vicio de chismear sobre el curso, escritores, historias de vida, propias y ajenas. Anécdotas sobre autores, muertos y vivos, relatos que el alcohol fortalecía en nuestras lenguas.
Aún teníamos que asistir al último encuentro de los Diálogos con escritores Latinoamericanos, de manera que nos fuimos a horario; en el momento de salir comenté con los amigos sobre el artículo del lugar, del genial nombre –Mishiguene, loco en idish-, y en eso entraba una persona que me escuchó, era justo el protagonista del reportaje, Tomás, a quien le dejé la tarjeta de la revista Metaliteratura, explicándole mi conocimiento sobre el reportaje y que no sabía cuándo se haría público.
En los Diálogos estarían Liliana Heker (Argentina), Carlos Gamerro (Argentina), Marcial Gala (Cuba), Mauricio Rosencof (Uruguay) con la coordinación de Analía Capdevila.
Carlos Gamerro llegó tarde por despistado.
En la misma sala, otra casualidad, o no, no sé, estaba el de Corregidor, a quien le pasé el mensaje de Diego Ravenna, El Pela, el del kiosco en la plaza.
Algo que nunca hice antes es pedir que me firmen libros autores que no me conocen, la única dedicatoria de autor de esas la recibí de Vila –Matas pero no la solicité, de casualidad, sentada frente a él, me pidió el libro y lo firmó, con su típica firma, una caricatura de sí mismo; la segunda fue esta otra, Marcial Gala vió que tenía su libro y me lo firmó de motu propio.
Los libros que tengo firmados, son autores que me conocen y me alcanzan sus obras para que las comente; a propósito, las últimas fueron “Miserere” de Germán García, que recomiendo mucho, desde su novela “Nanina” que me interesa este autor, “Terminal” de Noé Jitrik y no puedo dejar de soslayar la del autor del curso, "Variaciones Turner", novela que me encantó; me gusta creer que mi entusiasmo hizo que Albero le regalara un ejemplar a Fredy Yezzel, que a esa altura ya estaba envuelto en la vorágine de comentarios con que Danilo y yo condimentábamos el paseo a la deriva por la Feria.
Respecto a los Diálogos, supongo dos tipos de categorías como definición de encuentro entre escritores en general, sean argentinos o latinoamericanos o internacionales, sean poemas o novelas o cuentos o relatos; la primera categoría refiere a autores que hablan de literatura; la segunda, autores que hablan de sí mismos y ocasionalmente de sus obras.
No es que sea bueno o malo o estas categorías conlleven alguna connotación negativa, sólo es un tipo de clasificación personal; me gustan las primeras, pero no dejo de disfrutar las segundas, depende.
Según los invitados, me preparo para una categoría o para la otra. Este último encuentro de los diálogos, el día cuarto y último, sería de categoría 2, estimé, por los autores invitados.
Tanto Heker como Gamerro hicieron lo esperado: la primera hablar de lo que llamo su “estado Abelardo Castillo”, una forma en sus presentaciones de connotar que toda su obra y existencia está configurada, o confirmada, o garantizada, no sé bien qué término le cabe, por Abelardo Castillo y actividades que realizaron juntos; no sólo porque es lo que siembre expresa ella misma, sino porque ahora el reciente fallecimiento del autor justificó la reafirmación; el segundo ignorando al resto y sin conectar con el público, poco interesado en los compañeros de mesa, concentrado en sí mismo, su obra, su pensamiento, sus planes, sus intenciones, sus…
Lo peculiar ocurrió en la esgrima de gestos: ausentes, en la participación de Marcial Gala, y presentes, en Mauricio Rosencof; era evidente la incomodidad que provocaba en el segundo las palabras del primero. Marcial Gala, crítico del gobierno cubano, relataba esas vivencias en sus obras; mientras Rosencof, por contraposición, trataba de neutralizar esos relatos con sus propias opiniones olvidándose un poco que se hablaba de temáticas de obras.
En el video quedó evidente la molestia de Rosencof con el relato casi desapasionado, más bien enumerativo, de Gala, sobre la vida en Cuba, o quizás, la situación fue mera interpretación por mi parte.
Al final de ese encuentro, llegó el brindis y bocadillos, pero aún teníamos que ir a la entrega de premio a María Moreno, por mejor libro argentino de creación literaria edición 2016, por su obra “Black Out”.
En el camino nos cruzamos con María Kodama, que conversó unas palabras con Danilo Albero Vergara. Estaba con alguien, ambas de blanco; parecían dos novias en una película de Tim Burton, por el contraste con la oscura sala, brillaban como ectoplasmas.
Nos unimos a Nelly Espiño, Presidenta de la Comisión de Cultura de la Fundación de El libro, quien diría unas palabras suplantando a Luis Gregorich que por problemas de salud no pudo asistir pero que envió la nota que Nelly leyó.
En la premiación se pudo a ver a Oche Califa, Director de la Feria, a Juan Boido, en representación de la editorial que publicó el libro, y Hector Pavón, periodista, junto a María Moreno; su libro, protagonista, en el centro de la escena.
Luego nos unimos a la fiesta de bocadillos y beberajes del fin de los Diálogos de escritores latinoamericanos. La noche estaba fría, aún flotábamos en los efluvios de alcohol y eventos.
Lo que se dice un día literario, un típico día en la Feria del Libro.