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daniloalberovergara 10/23/2017 04:03:20 a.m.
daniloalberovergara
Gershwin y Covarrubias
Relato, 1 de 3, literatura por Daniloa Albero Vergara escritor argentino
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Tags literatura relatos literatura latinoamericana narrativa argentina Danilo Albero Vergara escritore argentino narrativa argentina escritores latinoamericanos
 
Literatura latinoamericana
 

 

 

 

 

 

An American in Paris. Trasposición de un movimiento de la rapsodia de Gershwin en un cuadro de Miguel Covarrubias. Primera Parte.

"Debe leerse en el tiempo que dura la audición de 'Pavane pour une  enfante défuncte' (sic), a treinta y tres revoluciones por minuto".

Guillermo Cabrera Infante

Tres tristes tigres.

Título del cuadro:

George Gershwin, an American in Paris (1929)

Gouache y acuarela sobre cartón,

75,9 x 99.1 cm.

Museo Malba - Buenos Aires

Play it again George. Aproximación a An American in Paris de George Gershwin.

En la versión del director André Previn al frente de la Pittsburg Symphony Orchestra, la ejecución de An American in Paris dura diecisiete minutos y treinta y dos segundos, período de tiempo que se divide en siete minutos treinta y dos segundos para el primer movimiento: Allegretto gracioso; el resto para el segundo: Andante ma con ritmo deciso.

Estrenada en 1928 en el Carnegie Hall de Nueva York, esta composición significó el fin de una larga búsqueda por parte de Gershwin quien, el 18 de agosto de ese año, ya había anticipado sus principios e intenciones estéticas en la revista Musical America: "This new piece, really a rhapsodic ballet, is written very freely and is the most modern music I've yet attempted. The opening part will be developed in typical French style, in the manner of Debussy and the Six, though all the themes are original. My purpose is to portray the impression of an American visitor in Paris, as he strolls about the city and listens to various street noises and absorbs the French atmosphere" (Esta nueva pieza, un ballet rapsódico, está escrita libremente y es la música más moderna que he intentado hasta el momento. La primera parte se desarrollará en el típico estilo francés, a la manera de Debussy o de los Seis, aunque todos los temas son originales. Mi propósito es representar la impresión de un visitante americano en París mientras deambula por la ciudad y escucha los múltiples sonidos de la ciudad y absorbe la atmósfera francesa").

La unánime aceptación del público luego de la primera función, y la de una recelosa crítica, culminaron con la infructuosa demanda de Gershwin de un maestro durante los últimos años. Su peregrinación había comenzado en 1925 cuando, definitivamente instalado en el éxito luego del impresionante glissando -efecto sonoro consistente en pasar rápidamente de un sonido a otro haciendo oír todos los sonidos intermedios posibles- de clarinete que abre su Rhapsody in Blue y lo ubica en uno de los sitiales más altos de la música estadounidense y un referente de la influencia de su país en Europa, Gershwin decide tomar clases de composición y contrapunto. Hasta ese momento, algunos sectores de la crítica decían que Gershwin fusionaba jazz con "música seria", cuando en realidad lo que hizo fue trasladar a una plataforma de concierto el estilo y la vitalidad de los musicales de Broadway, que a su vez lo habían tomado del jazz. Por esta razón era lapidado por ortodoxos de los dos bandos -ya que no riberas del Jordán-, los unos lo acusaban de traidor; los otros de palurdo advenedizo. Pero Gershwin dobló la apuesta y cayeron los muros de la ortodoxia, no por conjuro de las trompetas de los sacerdotes, como en Jericó, sino por el impresionante glissando de diecisiete notas que abre Rhapsody in Blue. Lo que Dios separa, el arte congrega.

Luego de ese triunfo, Gershwin decidió hacer su grand tour y visitar Londres y París, por aquellos años, la Meca de los jóvenes compositores norteamericanos, donde intentó tomar clases de composición con Ravel quien, gentilmente, le dio calabazas: "Pourquoi risquer être un Ravel de deuxième catégorie quand vous êtes un Gershwin de première catégorie?" (¿Por qué arriesgarse a ser un Ravel de segunda categoría cuando usted es un Gershwin de primera categoría?). Este gentil rechazo se vino a sumar a otro recibido de Igor Stravinsky -otras versiones hablan de Arnold Schönberg-, tras un breve y citado diálogo que siguió a la demanda de lecciones, relata réfero: "How much do you make in a year?" (¿Cuánto gana en un año?), preguntó Stravinsky; a lo que Gershwin, quizás pensando que el dato sería una seguridad para su maestro, respondió con nonchalance: "Oh, about a hundred grands" (Oh, alrededor de cien mil dólares); la inesperada respuesta se hizo sentir: "Young man, maybe you should teach me" (Joven, quizás usted debería darme clases). Para suerte de quienes lo escuchamos, fue para bien que Gershwin nunca tuviera sus deseados maestros pero, subyugado por París, pensó en componer un trabajo orquestal describiendo sus impresiones de la ciudad. Antes de embarcarse de regreso, compró varios klaxons de taxis parisinos, futuros protagonistas de su proyecto.

A mediados de 1928, Gershwin ya tiene los primeros borradores de su nueva composición, tras una breve visita a Londres y París donde volvió a ver a Stravinsky, Prokofiev, Poulenc y Milhaud, compró más klaxons de taxi para reforzar su stock sonoro y regresó a New York. El jueves 13 de diciembre de ese año, el público de pie aplaudía los acordes finales de An American in Paris, ejecutada bajo la dirección de Walter Damrosh.

Se sabe, según el crítico Deems Taylor explicitó en el programa del estreno, que la obra comienza con un ritmo vivo, de paso rápido, Allegretto gracioso, mostrándonos el paseo de un turista por los Campos Elíseos, seguido por su discusión con un taxista, su deambular entre la multitud y su cruce a la rive gauche. Aquí se lucen las trompetas, el trombón y el clarinete. Una suave melodía de violín marca el ocaso y el advenimiento de la noche, el paso del flâneur cambia de cadencia y entramos en el segundo movimiento, Andante ma con ritmo deciso, aquí aparece el ritmo de blue, solo de trompetas con sordina, como recordando Estados Unidos, sensación reafirmada con la entrada de las trompetas lanzando el tema con aire del ragtime propio de los años veinte, a continuación nuestro personaje se encuentra con un amigo y recuerdan vivencias anteriores con un ritmo cercano al swing. La obra termina en el punto de partida, con nuestro viandante despidiéndose de su compañero con un tema de blue, grandioso y más estadounidense que parisino.

Es en los primeros siete minutos treinta y dos segundos de esta pieza que Miguel Covarrubias pondrá su oído para hacer la trasposición en su cuadro George Gershwin, an American in Paris.

 

Continuará…

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Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Obra Derivada 4.0 Internacional.


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