Las salvaescaleras son, tal vez, uno de los recursos de movilidad y accesibilidad más incomprendidos por la población general. ¿Porque sean difíciles de instalar y utilizar? En absoluto. Sencillamente, no son mecanismos que veamos normalmente en espacios públicos, si bien, a estas alturas, ya estamos más que familiarizados con las rampas de acceso a plantas superiores, las barras de los baños accesibles o los ascensores, que, aunque de uso común, están claramente adaptados a las medidas de las sillas de ruedas estándar. Las sillas mencionadas, por tanto, han tenido una aplicación clara y mayoritaria en el ámbito privado, sea en dúplex o chalets personales de dos o más plantas, sea en edificios de viviendas. De hecho, es en este último caso cuando con más frecuencia nos encontramos con alguna.

Puede que no hayamos visto nunca a nadie utilizarla. ¿Deberíamos pensar por ello que no son necesarias? Nada más lejos de la realidad. Puede que, sencillamente, no hayamos coincidido nunca con ese/a vecino/a en silla de ruedas, sea por algún problema de movilidad permanente, sea porque es una persona mayor, que la utiliza más o menos a diario. Puede que ese/a vecino/a ni siquiera exista todavía. Tanto da. Porque un principio básico y ético de la accesibilidad es que los edificios y los espacios deben adaptarse a esas personas de manera previa y potencial. SI no, nunca habrá gente viviendo en un edificio cualquiera y que utilice silla de ruedas, porque percibirá la vivienda en cuestión como hostil. Las sillas salvaescaleras, por tanto, como cualquier otro recurso para personas con discapacidad, como los simples protocolos de prevención frente a la pandemia, deben adaptarse a estos colectivos con anterioridad.

Esto, claro está, en el caso de edificios de nueva planta o que estén a punto de experimentar una reforma integral. Por desgracia hay, en todas las ciudades, y un claro ejemplo es la capital española, muchos edificios antiguos que datan de épocas en las que ni siquiera existía legislación estatal básica en cuanto a accesibilidad para personas con discapacidad. Ahora, las salvaescaleras en Madrid, en cualquier provincia o ciudad, deberían ser tenidas siempre muy en cuenta.