En la pared, una máscara bosteza, un personaje que nunca existió es señalado por la gente como si formara parte de algún altar rústico, qué representa, dicen; ocasionalmente contesto: la pared eligió esconder un secreto.
Pienso que así nació la mitografía religiosa, creció con la elección de algún que otro símbolo que sustenta un relato más o menos tan improbable como una máscara que tapa un boquete, tan profundo que tanto puede ser un error, como un túnel que lleva a la bóveda de un banco o una salida.